En 1989 con 11 años me despedí de
mi madre y subí a un avión 747 de ALITALIA con mi viejo para volar rumbo a
Roma. Con el tiempo que paso sinceramente no recuerdo haber estado nervioso por
ser mi primer vuelo largo, lo que si recuerdo vividamente es que una vez que estábamos
sobre Fiumicino y el avión daba giros esperando que le dieran permiso para
aterrizar, el mareo se apodero de mi y vomite sin aviso previo y sin tiempo
para agarrar la bolsa de papel que cada pasajero tiene para estas emergencias,
me imagino los insultos que me habrá dedicado el o ella que le toco limpiar,
maldiciendo por que no llegue a agarrar la bolsita de papel, a la distancia, no
solo de kilómetros si no de tiempo, le digo que estar mirando por la ventanilla
mientras el avión daba vueltas nunca pensé que me iba a traer esas
consecuencias.
Así me recibió Italia, o así
hice mi entrada yo, era la primera vez que iba a conocer el país de mi padre y
era la primera vez que iba a conocer a mi padre, si bien viaje con el y vivía
con el, un pequeño incidente en mi niñez (insulto racial a mi hermana mayor y previo
castigo con un simple pellizco) me hacían pensar que mi viejo era una mezcla de
Rasputin con el hombre de la bolsa o el coco que esta debajo de la cama y
siempre te quiere agarrar los tobillos, esa visión, previo viaje, tenia de el.
Nada más alejado de la realidad.
Al bajar del avión y
teniendo nuestras valijas, me llamo la atención como mi viejo ya entablaba
conversación con un desconocido de una manera muy amistosa, o por lo menos así
lo veía yo, los dos hablando italiano y el tipo caminando a la par nuestra, era
un remisero y lo conversación se trataba de cuanto nos iba a cobrar para
llevarnos al centro de Roma. Nos alojamos en un pequeño hotel frente la terminal
de trenes. Estas eran las vacaciones de mi viejo, siempre en el verano europeo
se iba a su tierra, la razón por la cual nos quedamos 2 noches en Roma fue para
hacer un poco de turismo conmigo. De la capital italiana y sus maravillas no
hay nada que decir que no se haya dicho, nuestro viaje o realmente el de el comenzó
una vez que subimos al tren y 5 horas nos iba a depositar en Paola, una pequeña
ciudad cercana al pueblo donde mi viejo tenia la mayoría de sus parientes, o
sea, mis parientes también. El hijo del primo de mi padre nos fue a buscar,
Tonino, el mayor de 3 hermanas que según tradición tenia que esperar que las 3 estén
casadas para el poder casarse y hablando de casamiento esa una de las razones
por la cual estábamos ahí, se casaba su hermana mas chica, la cual cerraba el
circulo y le dejaba la llave de libertad a Tonino para que deje su casa materna
y se casara si lo deseaba, pero ese es otro tema.
En poco tiempo, conocí
mucha gente y todos eran parientes de alguna manera, conocí mujeres con abundante
pelo bajo el brazo y conocí a primos con nombres de mujer, Andrea, por ejemplo,
era un primo mío. Conocí el mar y las montañas en la misma mirada, en el mismo
escenario, estaban las montañas que se reflejaban en el Mediterráneo. Conocí
las latas de gaseosa y conocí gente que se bajaba del auto dejando la puerta
abierta o la ventana baja y sus pertenencias dentro nadie se amigaba con las
cosas de los demás.
El pueblo donde quedábamos
se llama Guardia Piamontese, mi Tío Pascuale nos había dado un depto en el
mismo edificio donde ellos vivían ya que era el dueño de todo el edificio de 3 pisos, también era el
dueño de un hotel, una ferretería y una especie de aserradero. El pueblo estaba
a los pies de la montaña que nos llevaba a Fuscaldo, ubicado a 800metros a
nivel del mar, de ahí era mi viejo. Un día me llevo a conocer a su casa de la
infancia, me mostró el pequeño cuarto donde guardaban a la cabra que todas las
mañanas le daba la leche para su desayuno y me mostró de que árbol a cual árbol
limitaba el terreno detrás de la casa, hablar de alambrado o cerca era algo que
no existía ahí.
Mientras seguía conociendo
gente/parientes, mi viejo cada noche trataba de explicarme de donde venia el
parentesco con cada uno y a que familia pertenecía.
A las 2 semanas de estar
ahí ya comencé a soltar algunas palabras en italiano, un poco obligado por que
ya me venían mal o pensaban que era lento por solo hablar en español con mi
viejo, recuerdo un día que el me dejo con mi tía y sus hijas y ellos dijeron
varias cosas poco agradables de mi por no hablar el idioma. Como las entendí?
Si estas en una sala y todos te miran y la que hablar esboza una cara de asco
hacia tu persona, subiendo los labios como quien huele un feo, pero muy feo
olor, pueden decirlo en chino que vas a saber que hablan mal de vos.
El viaje siguió su curso
normal, con el correr de los días y con mas facilidad para hablar el idioma, yo
solía andar mas con mi primo con nombre de mujer, por lo menos para esta parte
del mundo, que con mi viejo, a quien veía para la hora de la cena.
Este es una parte de los
recuerdos, después voy a tratar de subir un párrafo aparte para el casamiento,
la comida y paisajes.
Regresamos a Roma un
sábado, al día siguiente viajábamos, ese día en la capital Italiana jugaba el
Napoli de Maradona contra el equipo insignia de la ciudad, La Roma, le pedí a
mi viejo que me llevara pero no quiso, había
mucha rivalidad entre el norte y el sur y las cosas iban a estar pesadas e
imagino que le había prometido a mi vieja que me iba a devolver entero, al
final lo vimos desde el bar del hotel y fue un 0 a 0 muy aburrido.
Yo tenía 11 años pero había
descubierto otro mundo y otras personas, que vivían a la par mía pero con miles
de kilómetros a la distancia. ¿Como fue que mi viejo me llevo con el de viaje?
Simplemente por que le mostré el interés para ir, lo cual me sirvió como enseñanza,
que si alguna vez presentas un cierto interés por las cosas, algo divertido o
interesante te puede pasar.
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