Hay cosas que vemos en las
películas que a veces deseamos que nos pase, como por Ej. Encontrar el mapa de
un tesoro, mover un ropero y encontrar un pasadizo secreto o enviar un mensaje
en una botella y que llegue a destino por nombrar algunas, este cuento calabres
tiene algo de eso, de esa magia.
Corría el año 1989 y en
una tarde que el sol se estaba despidiendo, yo caminaba por la playa de Guardia
Piamontese, tenía unas piedras en la mano y las arrojaba lo más fuerte que podía
y cual perro iba corriendo tras ellas. Tenía una piedra de color rojizo que era
mi preferida y no la quería perder así que cuando la lanzaba prestaba especial
atención para ver donde caía. En un
lanzamiento escuche un ruido de cristal, un vidrio que seguramente rompí con mi
piedra favorita, la había lanzado con mucha fuerza y el envío cayo cerca de una
columna de madera del muelle, pensé que mi lanzamiento aterrizo en un espejo
que capaz ya nadie quería y lo había tirado acá en la playa, cuando me acerque
entre las rocas encontré a mi piedra roja y a una botella con el cuello roto,
la misma era vieja, sin ninguna etiqueta, como que llevaba tiempo entre las
rocas casi abajo del muelle, clavada ahí mismo cual espada de los caballeros de
la mesa redonda. Cuando me acerque a ella, vi que dentro de la botella rota había
unas hojas, mis ojos no podían creer lo que había encontrado, un mensaje en un
botella, seria un mapa, seria el testamento de un marinero, la emoción me invadía
de tal descubrimiento que había echo.
Me senté sobre la arena y
aprovechando la poca luz natural que quedaba, comencé a leer, al principio me
costaba entender lo que decía, tenia que leer 2 o 3 veces aquella letra vieja, húmeda,
de un color amarillento con algo de azul de la tinta que en algunos pasajes
estaba corrida. Estaba escrita por un tal Pietro N, la N creo que era del
segundo nombre, ya que el apellido no se podía leer ya que el tiempo de la
botella lo había hecho desaparecer. Hablaba de su vida y de un hecho que le
hizo cambiar la misma, de una visita de un pequeño y demacrado hombre, de ojos
grandes y cacheton, que nadie había visto antes.
Este hombre se había
aparecido en la vida de un napolitano, de un romano y de Pietro, nacido en
Reggio Calabria. A los 3 les dijo cosas de su vida, cosas privadas y que gente
reservada como ellos no le habían comentado nunca a nadie en su vida, ese fue
el primera visita, al paso de los meses se les volvió a aparecer pero esta vez
les comento cosas del futuro de cada uno, claramente que esta segunda visita los
irrito mas y hasta el napolitano lo trato de agredir físicamente al pequeño y
extraño sujeto. A cada uno de ellos esta misteriosa persona le había dicho,
entre otras cosas de su futuro, que le quedaban dos años de vida a cada uno. El
tiempo pasó y no hubo mas visitas, pero lo que si sorprendió fue que algunos de
los detalles que esta persona había pronosticado se habían cumplido y pasado el
año de la segunda visita y en vista de todas las cosas que había acertado, ya
los 3 estaban seguros que les quedaba apenas un año de vida.
A ese momento de la vida
de cada uno el napolitano era el único que tenia una familia formada, una bella
mujer y dos niños menores de 10 años, en su afán de dejarle asegurado el futuro
económico, comenzó a mezclarse con gente de baja calaña pero que le podía hacer
engrosar su patrimonio, conocer gente así en Napoli no es tan difícil y meterse
en problemas esta siempre a la vuelta de la esquina, antes de cumplirse el año
y por no pagar un porcentaje a sus socios malhechores, el napolitano fue
encontrado sin vida en la zona industrial de la ciudad, la razón de su muerte,
3 balazos en el pecho. El crimen a la larga no paga.
El romano, una persona
solitaria, que se sentía mejor entre las cuatros paredes de su casa que en el
mundo exterior, a estar a un año de la última predicción del pequeño y
misterioso sujeto, decidió no salir más de su casa, se rindió y dio por real
que le quedaban 12 meses de vida. Un buen día y ante el estupefacto olor que invadía
todo el complejo donde vivía, un vecino tiro abajo la puerta y lo encontró en
su sillón, raquítico y sin vida. El romano comió hasta que la comida se le
acabo, nunca mas fue a comprar ni siquiera un cartón de leche, nunca mas se
levanto de su sillón, el sedentarismo y la falta de alimentos habían acabado
con el, en donde vivía los vecinos hacían cuentas cuando había sido la ultima
vez que lo habían visto, 10 meses, decían uno, pero la mayoría coincidía que
hacia un año que nadie lo había cruzado o hablado con el.
Quedaba solo Pietro N. el
que había escrito de puño y letra y había puesto la carta en una botella.
Pietro N. estaba
comprometido, a menos de un año de morirse según le había vaticinado el pequeño
hombre, su novia había quedado embarazada, dato que no había sido mencionado
por el pronosticador de futuro, lo cual
le dio cierta esperanza sobre lo que iba a venir. Con el paso del tiempo el
Calabres siguió trabajando en su campo y en su tiempo libre agrando la pequeña
casa que tenia. El día que se cumplía la fecha pronosticada, el día que se cumplían
los dos años y se suponía que el debía morir, ese día Pietro N. estaba siendo
padre por primera vez, de un bello y sano bebe. Los días siguientes corrieron
con total normalidad, el pequeño bebe crecía sin cesar, el trabajo de Pietro N.
se mantenía, con puntos altos y puntos bajos, alegrías y tristezas, días buenos
y malos, la vida de Pietro N. continuo, nunca mas supo ni vio al pequeño hombre
que le había dicho que se iba a morir, su vida siguió dejando eso como un mero
recuerdo, algo para contar, algo para escribirlo un día y que con el paso del
tiempo alguien como yo lo lea. Pietro N. falleció mientras dormía una mañana de
primavera, no logro a leer la edad por que la tinta esta corrida, pero si leo
que ya tenia 3 hijos mas y varios nietos que lo despidieron. Se fue
tranquilamente, después de una larga y armoniosa vida.
Me levante y me lleve
conmigo la carta, ese día transcurrió normalmente, después de una buena noche
de sueño, a la mañana siguiente regrese a la playa con la carta y la puse en una
botella entera, ya que la otra se había partido por mi piedraza, no pensé en la
moraleja del cuento, no pensé como el calabres sabia las historias del
napolitano y el romano, capaz que en realidad Pietro N. nunca escribió la carta
y en realidad la escribió el misterioso hombre, el pronosticador de futuro, quizás
la botella nunca fue arrojada al mar y simplemente fue colocada ahí mismo,
entre las rocas en la costa de Guardia Piamontese, para que alguien como yo la
agarre y la lea. Son muchas preguntas sin respuestas, muchas preguntas para
esta especie de mito calabres. Yo simplemente deje la botella donde la encontré
y seguí con mi vida, así como Pietro N. había echo.
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